sábado, 28 diciembre, 2024
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Joven ancasteño se recibió de abogado y compartió en redes su emotiva historia de superación: «No fue fácil, pero ya está»

En un relato conmovedor y lleno de inspiración, el joven Juan Cruz Bulacios Gandini, recientemente recibido de abogado compartió en Facebook su historia de superación y perseverancia, desde sus humildes orígenes en el departamento Ancasti hasta su llegada a la abogacía, destacando el papel fundamental de su familia y su propia determinación en su camino hacia el éxito.

El posteo

Ya está… no fue fácil, pero ya está.

Crecí en el Ancasti, en Puerta de Allegas, un paraje que rara vez se puede encontrar nombrado en un mapa; crecí criando ovejas, vacas, y otros animales más, ayudando a mi familia. No hice jardín de infantes, fui a mi primer año a la escuela de Cañada Larga. Desde segundo grado hasta terminar la secundaria asistí a la escuela en La Majada, haciendo 9 kilómetros cada día para ir a clase.

Durante mi último año de secundaria, en el año 2016, un grupo de personas de la Universidad se acercó a la Villa de Ancasti con un programa llamado “La UNCa más cerca”. Entre las actividades que ellos proponían, una consistía en un concurso literario: “Mi Vocación No es Puro Cuento”. En esa oportunidad conocí a Gabriela Toloza, quien formaba parte del programa, y a quien volvería a ver 8 años después, a unos meses de terminar mi carrera. Tengo que agradecerle, cumplió su objetivo, usted ayudó a que la UNCa esté más cerca mío.

En dicho concurso contaba mi día a día para asistir a la escuela, como también hacía mención de qué era lo que quería estudiar… Recuerdo que gané una mochila, un cuaderno, una lapicera, y una beca para cursos de arte o deporte en la universidad. Esas cosas que gané, aunque parecían simples, fueron muy importantes, porque a partir de eso, se fueron construyendo diferentes ámbitos en los que conocería a personas muy importantes para mí, y que también me ayudarían a ser lo que soy hoy en día. Además, entre esas cosas también se me entregaron folletos con las propuestas de cada una de las facultades, entre ellas, abogacía. Por qué elegí abogacía… la verdad que siempre digo a modo de chiste, “Porque no tenía matemáticas” (perdón profe Isasmendi, le mando un fuerte abrazo); podría haber elegido alguna carrera que tenga más relación con el campo, siendo que conocía muchas cosas de la práctica y el día a día en la cría de animales y el cuidado de plantas. Pero con 17 años uno suele tomar decisiones sin pensar mucho y simplemente me interesó.

Mi primer año de universidad significó cambios muy importantes, alejarme de mi casa en Ancasti para vivir en Valle Viejo, aprender a manejarme en la ciudad, que aunque pequeña, dista mucho de la realidad de Ancasti. Pero así como significó alejarme de lo que tenía, también significó ganar mucho, tanto conocimiento por las clases, como amistades que hasta hoy en día sigo manteniendo. Habiendo dicho esto, también tengo que destacar el acompañamiento de cada uno de los chicos que conforman las agrupaciones, sea la agrupación que sea, y hayan formado o no parte del Centro de Estudiantes. Este acompañamiento me permitió ver cómo muchos chicos que también venían del interior, que se enfrentaban al mismo monstruo del desarraigo, hacían lo posible por guiarnos a nosotros, los nuevos, para que podamos tener una mejor experiencia durante el cursado de nuestras carreras.

Por este fenómeno solidario me interesó formar parte de la política estudiantil, pasando a lo largo de mi carrera de ser secretario, hasta presidente del Centro de Estudiantes. Si bien he tratado de acompañar siempre a mis compañeros, pido disculpas si en algún momento no pude dar una solución.

También debo agradecer a aquellos docentes y no docentes para los que no somos sólo un número más, sino personas con nombre y apellido, con los que el trato diario comenzaba con un saludo amistoso en los pasillos de la facultad.

Debo decir que fui muy afortunado, la universidad pública me dio mucho, mucho más de lo que ese adolescente ancasteño podría haber imaginado. Además de formar parte de la política universitaria, pude participar en proyectos de investigación, asistir a muchos cursos, y formar parte del voluntariado “Escuela y Constitución”, por el que pude ir a diferentes escuelas colaborando en la formación de los alumnos y presenciando la jura a nuestra norma suprema. Me alegra de sobremanera el haber podido acompañar al voluntariado hasta mi querida Escuela Secundaria Rural N° 4 de La Majada. Gracias profesores Gonzalo Salerno y Gina Bertolone, gracias por permitirme acompañarlos y por tenerme en cuenta.

Por último, lo más importante… todo esto se debe a dos personas.

Es posible que hoy me siente a escribir esto gracias a que siempre conté con el apoyo de una madre y un padre que tenían por lema una sola palabra: “ESTUDIEN”. Esa palabra, dicha tanto a mí como a mi hermano, no fue solo un consejo pasajero, o una recomendación carente de respaldo. Detrás de esa recomendación con tintes de orden, esas dos personas se sacrificaron, trabajando día y noche para poder darnos un hogar, la comida, los medios de estudio, los remedios cuando enfermamos, momentos de dispersión… todo lo que era posible.

Tengo presente que la lectura me fue inculcada desde que tengo memoria, gracias a que mi mamá siempre nos leía. Por ella descubrí que en los libros se pueden encontrar muchas cosas increíbles, y por lo tanto, cuando fui a la escuela siempre pedía prestado libros para leerlos en casa. Nos enseñaron desde siempre que para tener algo hay que sacrificarse, a no buscar el camino fácil, a no molestar al otro, a reconocer nuestros errores, a ayudar a quien lo necesite y muchísimas cosas más.

Gracias Pa, gracias Ma. Mirenme: lo lograron, soy abogado. Estudié, gracias a ustedes soy lo que soy. Aunque muchas veces los cuestione o contradiga, y aunque no sea frecuente que se los diga, quiero que sepan que los amo. Aun estando a 12.000 kilómetros los tengo presentes. A ustedes:

GRACIAS

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