Hace 15 años, la asamblea El Algarrobo se formó como respuesta a las amenazas de la megaminería en Andalgalá. Pero la lucha del pueblo comenzó mucho antes. Desde 1996, con la instalación de Bajo La Alumbrera, donde se evidenció cómo las promesas vacías de desarrollo dejaron tras de sí despojo, contaminación y pobreza. A pesar de las adversidades, la gente de Andalgalá se mantuvo de pie, defendiendo su tierra y su identidad.
En diciembre del 2009, el proyecto Agua Rica reavivó la amenaza sobre el territorio, y fue entonces cuando las vecinas y vecinos decidieron organizarse y formar la asamblea El Algarrobo. El 15 de febrero de 2010, fueron brutalmente reprimidos por protestar pacíficamente contra la megaminería. Esa represión, lejos de amedrentar, provocó un levantamiento de todo el pueblo y hoy es considerada una fecha de memoria y resistencia.
Rosa Farías, integrante de la Asamblea, dice sobre el camino recorrido: “Realmente, llegar hasta esta altura, 15 años después, dimensiona, quizás, la fuerza que se ha tenido que poner: la fuerza física, mental y espiritual que hemos puesto para poder sobrellevar tantas cuestiones adversas que nos han pasado a lo largo de todos estos años. Recuerdo que, los primeros 5 años aproximadamente, la sensación era decir «¿tanto tiempo ha pasado?». Era irreal el tiempo, tal como una lo conoce. Apunto a la cuestión de sentir que hemos crecido a la par de haber resistido. Hemos crecido aprendiendo cosas, aprendiendo a sostener amistades o relaciones con personas que a veces no eran de nuestro entorno, y que se quieren, se comparten. Un compañero o compañera de lucha es mucho más que un amigo, porque realmente cuando se sale a una acción, que tantas veces hemos tenido que poner el cuerpo, acá en Andalgalá se ha puesto mucho el cuerpo en la calle, en las rutas, una queda a la merced de la otra persona con la que compartís esos momentos. Entonces, el vínculo es tan profundo que, aunque no te conozcas, sabés que un compañero de lucha te va a ayudar”
Cada sábado, desde hace 15 años, se camina por el agua y la vida. Lo hacemos porque caminar, como dice Rosa, nos obliga a no detenernos. Es una forma pacífica de resistencia que nos recuerda que, aunque el gobierno siga favoreciendo de manera brutal a las multinacionales, sesigue firme. Nos hemos inspirado en las Madres de Plaza de Mayo, y cada paso que damos renueva el latido de un pueblo que se niega a rendirse.
En su análisis de la situación actual, Rosa describe con claridad lo que sucede en las esferas políticas y sociales de nuestro país. La constante derogación de leyes de protección ambiental y de derechos humanos, junto con los crecientes privilegios otorgados a las multinacionales, están generando una profunda angustia e indignación en los pueblos: “En estos últimos años, y más precisamente con este gobierno, realmente el tema político partidario y la vulneración de derechos humanos, territoriales, de vida… todos los derechos están en riesgo. Y lo más triste de todo esto es escuchar a algunas personas decir por culpa de Milei. No, no es solo por culpa de Milei, sino por culpa de todos esos que están callados, que teóricamente son la oposición, que están callados, aceptando o viendo deliberadamente, como pasa acá en Andalgalá, sin hacer nada. No hacer nada, siendo concejal o gobernante, habiendo un problema en el pueblo, y como funcionario, quedarse quieto, no deja de ser una estrategia de apoyo a la vulneración de esos derechos, apoyo para intensificar el poder que las multinacionales tienen en los gobiernos. Ya es de público conocimiento los nombres de las empresas que apoyan las campañas políticas, para que justamente cuando ganen las elecciones, puedan cobrar los grandes favores de apoyo.”
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Rosa Farías con Nora Cortiñas, madre de Plaza de Mayo.
La megaminería no solo afecta la tierra, sino también la identidad. En una reflexión acerca de como se vive el día a día en Andalgalá, conviviendo con la amenaza de un megaproyecto que se impone a la sociedad, con diferentes formas, pero con las mismas promesas vacías y estrategias de manipulación que vemos hace más de 30 años, Rosa, en textuales palabras nos dice: “A partir de la exposición que hemos tenido los pobladores de Andalgalá, hemos redescubierto los cerros que nos rodean y les damos la importancia que tienen. Ahora ya nadie en Andalgalá (yo hablo por mi pueblo, que es lo que conozco) puede hacerse el distraído y no saber que el agua viene del cerro. Como siempre, hay esa otra parte de personas, sobre todo, a veces, los jóvenes, que repiten la frase el agua nunca va a faltar, y ahora se está viendo en el pueblo vecino de Belén que los animales están muriendo de sed. Por eso creo que, íntimamente, ya nadie puede negar que el cerro para nosotros es vida.”
Por último, al reflexionar sobre el mensaje para las generaciones futuras y también para el presente, recordamos la falta de conciencia real sobre lo que implica perder un río para siempre, como ocurrió con el Trapiche en Antofagasta de la Sierra. Lo que simboliza no poder tomar agua de la canilla en un lugar donde el agua de los cerros debería ser la más pura, y de cómo oponerse a los proyectos que destruyen la tierra, la sociedad y los paisajes, te convierte en objetivo de persecución, detencionesilegales, judicialización y represión. Con sus palabras, Rosa nos deja un mensaje claro: “creo que el futuro probablemente sea mañana o en una semana. Mis hijas me escuchan tanto hablar de estos temas y a veces no les agrada, y las únicas palabras que siempre les digo es que ellas, ellos, serán los siguientes. Yo tengo 61 años, y en 10 años tal vez ya no pueda participar. Entonces se van a ver obligadas a participar si quieren salvar su lugar, su pueblo. Hace poco nos hemos enterado de que ya por el sur de Andalgalá también hay venta de territorios donde teóricamente hay litio, en el Salar de Pipanaco. Entonces, si vemos bien: en las montañas hay minas; en el sur, en Huaco, ahora también quieren hacer minería. ¿Y dónde va a estar el pueblo? ¿Cómo van a vivir? O sea que, de un lado o del otro, van a tener que involucrarse, porque estar distraídos ya no va a servir. Les va a pasar el mundo por encima”
Este sábado 14 de diciembre será la caminata número 776, y seguiremos caminando, con la certeza de que no hay poder capaz de borrar la memoria ni la dignidad de un pueblo que sabe lo que realmente vale la pena defender.
(*) Asamblea PUCARA