domingo, 24 de noviembre de 2024 10:40
Los casi 200 países reunidos en la capital de Azerbaiyán en la COP29, la conferencia climática anual de la ONU, han sacado adelante en el tiempo de descuento un acuerdo sobre la financiación, a pesar del entorno internacional tan complicado y del papel un tanto caótico que ha jugado la presidencia de la cumbre, que recaía en Azerbaiyán como país anfitrión. Las negociaciones climáticas siguen siendo la aldea gala del multilateralismo.
El acuerdo final de esta COP29 marca como objetivo genérico para la lucha contra el cambio climático movilizar con recursos públicos y privados 1,3 billones de dólares para 2035, aunque sin especificar claramente de dónde saldrán. Pero la clave de todo, está en cuánto dinero deben poner sobre la mesa los países desarrollados para ayudar a los Estados con menos recursos.
El texto apunta a que las naciones más ricas deberán llegar a una aportación de al menos 300.000 millones de dólares anuales para 2035, lo que supondría multiplicar por tres la meta actual que está en los 100.000 millones. En cualquier caso la nueva cantidad comprometida está muy por debajo de las necesidades reales que tienen estos países, que han criticado la cicatería de los gobiernos occidentales.
Hace 15 años, en otra cumbre del clima, se acordó que esa financiación debía ser puesta por los países considerados desarrollados y que tendría que alcanzar los 100.000 millones anuales en 2020. En Bakú, tocaba actualizar esa meta, que finalmente se quedará en los 300.000 millones, según lo acordado en esta COP29.
Esta cifra ha sido uno de los principales motivos de disputa. Porque Estados Unidos y la Unión Europea se han resistido hasta el último instante a aclarar hasta dónde estaban dispuestas a llegar, los países en desarrollo les exigían que pusieran billones sobre la mesa, algo a lo que no estaban dispuestos a llegar los negociadores del bloque occidental. “Debe ser una cantidad realista y alcanzable”, han repetido una y otra vez los negociadores de estos países.
En otro borrador del acuerdo de financiación difundido el viernes la meta propuesta era de 250.000 millones, con lo que en el texto final se incrementa en 50.000 millones. Respecto al cómo, en el texto se apunta a que la financiación de los 300.000 millones para 2035 deberá venir de ayudas públicas, pero también podrá proceder de créditos. Y de inversión privada ligada a proyectos y ayudas públicas.
Por otro lado, la cuestión de esta cumbre era el quién debe aportar. Porque estas negociaciones se realizan sobre la base de una Convención Marco de Cambio Climático de la ONU, de 1992, que señala que son los considerados entonces países desarrollados los que debían realizar los mayores esfuerzos. Se trata de EE UU, la Unión Europea, Canadá, Suiza, Australia y Japón. El peso de la financiación climática con ayudas públicas y créditos de todo tipo ha recaído hasta ahora sobre sus hombros. Pero fuera se han quedado otros países de altos ingresos, muy emisores y que no han estado hasta este momento obligados a aportar fondos; se trata de naciones como China, Arabia Saudí, Rusia y Corea del Sur.
En el texto se alienta a que otras naciones que no están consideradas desarrolladas en el contexto de la ONU “hagan contribuciones adicionales” para lograr los objetivos de financiación, aunque se trata de una invitación no de una obligación.
La clave está en los bancos de desarrollo multilaterales, donde no existe esa división de países desarrollados y el resto, y cuentan con aportaciones también de China y otros Estados. El empeño del bloque del llamado norte global ha sido desde el principio que todos los proyectos climáticos financiados por estas entidades se contabilicen en la meta global de los 300.000 millones para reducir la presión sobre ellos, y así se refleja en el acuerdo final. Además, en el texto se reitera la importancia de “reformar la arquitectura financiera multilateral” y se aboga por eliminar los “obstáculos” que se encuentran los países en desarrollo para poder recibir inversiones y transformar sus sistemas energéticos, como “los niveles de deuda insostenibles”.
Unas horas antes de cerrarse el acuerdo sobre financiación, la tarde de este sábado, la presidencia de la cumbre ha convocado un plenario, en el que la buena noticia para los países que negocian ha sido que se ha cerrado el acuerdo sobre mercados de carbono, que despeja el camino para que pueda crearse un sistema internacional para comerciar.