martes, 19 de noviembre de 2024 01:45
Mientras millones de argentinos hacen malabares mes a mes para “parar la olla”, recortan gastos obligadamente o se endeudan cada vez más, otros más afortunados perciben aportes estatales religiosamente cada mes, a cambio de nada. Son ingresos fabulosos que escapan a la lógica del régimen previsional, donde cada uno recibe proporcionalmente una suma mínima, según lo aportado en sus largos años de actividad. Aquí se trata de una suerte de beca honorífica de por vida, en atención al desempeño de determinados cargos, aunque en muchas ocasiones se trate sólo de fugaces pasos por algún sillón. El tema volvió al centro de la escena a partir de la publicidad que Casa Rosada le dio a su decisión (ilegítima) de quitarle el beneficio a Cristina Fernández de Kirchner. El objetivo no era otro que echar un poco más de leña al odio que se fomenta sobre CFK, quien en definitiva, mediante el voto popular, fue consagrada dos veces presidenta y una vez vicepresidenta, además de ser viuda de otro presidente. Propagandas baratas al margen, las jubilaciones de privilegio son un gran problema.
Por sus números, impactantes para el trabajador promedio, los beneficios que deja el paso por la presidencia son los que más llaman la atención. Pero el problema está unos escalones más abajo: los expresidentes son muy pocos, aun cuando se mantienen pagos más que cuestionables, como los que reciben descendientes de mandatarios de facto. Es la magia de la indignación selectiva que suele promoverse, y que sistemáticamente invita a pasar por alto la realidad, para detenerse en las cuestiones menores que se quieren exponer. El famoso árbol que tapa el bosque.
El problema no es lo que cobran Cristina o Macri, ni siquiera Isabelita, que asumió hace medio siglo o Adolfo Rodríguez Saa, que estuvo una semana en el sillón de Rivadavia. El problema es que rigen en Argentina casi media docena de regímenes previsionales especiales que se diferencian del Sistema Integrado Previsional Argentino. No cobran sólo esas caras conocidas que estarán en los libros de historia, sino miles de personas sin mérito alguno. Entre ellos, la inmensa mayoría son del Poder Judicial. Son el total 185.000 las jubilaciones de privilegio que se pagan en Argentina, y el 80 por ciento las reciben exjudiciales. Entre ellos, unos 5.000 cobran fortunas por mes, cuando la jubilación mínima está por debajo de la canasta básica. Becas de lujo que se reparten indiscriminadamente y que solventan, irónicamente, los que menos cobran. Es la desigualdad institucionalizada. Ese es el mecanismo que debería revisarse y corregirse. El que crea que el gran problema es lo que cobra Cristina, evidentemente cayó en la trampa.
El Esquiú.com