lunes, 18 de noviembre de 2024 01:30
Se cumplió discretamente un nuevo aniversario, el séptimo, del hundimiento del Submarino ARA San Juan, desaparecido en 2017 con 44 tripulantes en su interior, y hallado un año después, lógicamente sin sobrevivientes. Se hizo un pequeño acto conmemorativo, sin la presencia del presidente Javier Milei ni de la vicepresidenta Victoria Villarruel, otorgándole el protagonismo al ministro Luis Petri, quien padeció el rechazo de muchos de los familiares de los fallecidos. Se había preparado un souvenir para entregarles, pero cerca de la mitad de las familias decidió no asistir al acto, y otros tantos fueron pero se negaron a recibir el obsequio de quien fuera candidato a vicepresidente por el macrismo. Siete años después de la tragedia, el dolor perdura, y seguramente perdure por siempre entre quienes perdieron seres queridos; pero también permanecen abiertas heridas. Y muchos interrogantes.
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Desde el 15 de noviembre de 2017, los familiares de los submarinistas montaron guardias interminables en la Base Naval de Mar del Plata a la espera de novedades del ARA San Juan, acamparon en Plaza de Mayo para exigir que continuara la búsqueda y se movilizaron al rayo del sol, y también bajo la lluvia, sin saber que muchos de ellos eran blanco de espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri. A siete años del hundimiento, siguen buscando estrategias para atravesar el duelo sin dejar de sostener su reclamo de verdad y justicia. Los familiares coinciden en que estos años tuvieron dos capítulos separados: antes y después del hallazgo del casco del buque hundido a 907 metros de profundidad sobre el lecho marino, dos días después del primer aniversario de la desaparición.
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El primer año incluyó, para muchos, semanas e incluso meses de espera en la Base Naval marplatense, muelle natural del submarino, y también marchas por todo el país, incluso un acampe de 50 días en Plaza de Mayo para que el Gobierno de Macri aportara los medios para tratar de hallar el submarino clase TR-1700. En ese contexto, entre enero y junio de 2018, fue que muchos de ellos fueron además espiados de manera ilegal por la Agencia Federal de Inteligencia que por entonces comandaban Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, según una denuncia presentada en septiembre de 2020 por su exinterventora, Cristina Caamaño. El hallazgo del buque en los primeros minutos del sábado 17 de noviembre de 2018 inició la segunda fase para los familiares, en la que cada uno encaró sin hoja de ruta el duelo y el recuerdo de sus hijos, esposos, hermanos. Mientras tanto, los años pasan y las principales preguntas siguen sin respuestas. Nadie ha sabido explicar qué pasó, ni quiénes fueron los responsables de lo ocurrido. Resta determinar las causas del hundimiento, con muchas hipótesis dando vueltas y la amenaza del olvido siempre latente. Claramente, en memoria de las vidas que se perdieron, la historia merecía otro final. Queda un juicio pendiente, cada vez con menos expectativas de que se cumpla ese objetivo.
El Esquiú.com