El gobierno nacional festeja el “veranito financiero” que vive la economía argentina, el cual se traduce básicamente en un importante flujo de ingreso de dólares desde agosto, estabilidad o tendencia a la baja del dólar blue y progresiva disminución de la inflación. Si bien la estabilidad macro no impacta en una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, los funcionarios festejan el momento, al que el propio ministro Luis Caputo definió como “el mejor” de los últimos tiempos.
El desafío que enfrenta el gobierno es dotar al momento de sostenibilidad económica y que la mentada paz financiera gravite positivamente por fin en la actividad económica y en el poder adquisitivo de los salarios. Es decir, lograr que la estabilidad macro no sea un fenómeno pasajero sino duradero.
Los antecedentes de este tipo de programas económicos no son muy alentadores. El propio concepto de “veranito” que manejan los analistas económicos es muy gráfico. El verano, como todas las estaciones, es algo transitorio.
Quienes aportan una mirada estratégica a la marcha de la economía emiten alertas que el gobierno debería atender. El éxito de la coyuntural estabilidad financiera se sustenta en el concepto de “carry trade”, que consiste en tomar un préstamo en una moneda con una tasa de interés baja y luego invertir esos fondos en una moneda que ofrezca una tasa más alta. El carry trade se vincula directamente con otro concepto, más popular para la idiosincrasia nacional: bicicleta financiera.
El esquema propicia que personas, empresas o fondos especulativos se desprendan de sus tenencias en dólares para invertir los pesos recibidos a cambios en activos financieros que rinden una tasa de interés en pesos superior a la variación del tipo de cambio, para luego comprar otra vez divisas a bajo precio, con alta rentabilidad. En octubre, por ejemplo, quienes hicieron la bicicleta con Lecap (Letras del Tesoro a tasa fija) obtuvieron una ganancia en dólares del 15,6%. Casi los intereses que se ofrecen en los esquemas de estafas piramidales como las que vivió Catamarca entre 2020 y 2022.
El sentido común entiende que se trata de operaciones que no pueden sostenerse en el tiempo. Uno de los factores que marca un riesgo es que el dólar opera en niveles muy bajos. Esto implica que la economía argentina ganó con la devaluación de diciembre –aumentando la pobreza, la indigencia, el desempleo y la recesión- ya se perdió nuevamente. Y, se sabe, la economía argentina, carente históricamente de divisas, y dolarizada en extremo, está sujeta a vaivenes de la cotización de la moneda estadounidense.
El riesgo es que, cuando por cualquier razón, los especuladores financieros abandonen el peso y retornen a la seguridad del dólar, forzando una devaluación, la inestabilidad será un sacudón fuerte para la economía argentina, como siempre ha sucedido en estos casos.
El gobierno debería dotar de sustentabilidad a su programa económico, que no puede respaldarse en maniobras especulativas. No puede olvidarse que luego del verano viene el otoño y después el frío invierno.