jueves, 21 noviembre, 2024
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Edu Imbernón, el DJ que prefiere la naturaleza antes que los clubes y quiere retirarse en una banda: «No me veo tocando con 60 años»

Si bien el ritmo laboral de los artistas está marcado por una agenda agitada, entre giras y shows a altas horas de la noche, hay un género en el que esa vorágine pareciera multiplicarse: la electrónica. Es que los DJ están acostumbrados a tocar de madrugada en clubes nocturnos, rodeados de luces artificiales, máquinas de humo y parlantes, mientras la gente baila al ritmo del set. Por ese motivo, los músicos del dance suelen estar asociados con un estilo de vida frenético, pero ese no es el caso del español Edu Imbernón, quien prefiere la tranquilidad de la naturaleza antes que un espacio cerrado y oscuro.

«Se disfruta siempre mucho más en cualquier sitio que esté rodeado de naturaleza. Personalmente, disfruto más la música en un sitio al aire libre con árboles y un lago que un club oscuro con muchas luces. Como DJ estamos acostumbrados a un club oscuro y eso está bien, se puede disfrutar, pero a mí si me dan a elegir entre tocar en un club oscuro o en mitad de un bosque, yo te digo que prefiero en mitad de un bosque«, sintetizó en una entrevista a PERFIL.

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Oriundo de Valencia, España, Imbernón es productor, remixer, DJ y dueño de dos sellos discográficos: Eklektisch y Fayer. Después de más de 16 años en la escena, el artista decidió lanzar el año pasado Imbermind, su proyecto de banda junto a tres colegas de la electrónica con el cual le gustaría retirarse y tocar «para un público más adulto», en un contexto «algo más cultural y musical que de fiesta».

Los objetivos del músico están fuertemente atravesados por la idea de balance. «La vida se trata de tener balance«, había escrito el productor de 35 años en sus redes sociales. En diálogo con este medio, explicó que ese equilibrio consiste en «tener un poco del caos y la gente todos los fines de semana», así como «dar un paseo por la montaña o salir con la bici a respirar y estar en la naturaleza» durante los días que no está «pinchando» en algún evento. «Me permite estar tranquilo para luego poder afrontar todo lo demás con ganas y entusiasmo en lugar de estar siempre con ruido en la cabeza», manifestó.

Esa combinación entre la electrónica y la naturaleza se apreció en el Festival La Foresta Rock & Music, que tuvo lugar el pasado 26 de octubre en la ciudad tucumana de Tafí Viejo. Con tres escenarios instalados en un imponente espacio al aire libre, Imbernón fue uno de los artistas principales del evento, ofreciendo una actuación que fusionó la música con la belleza natural y la tecnología de vanguardia. De esa manera, logró cautivar a miles de asistentes, quienes se dejaron llevar por su estilo innovador y su energía contagiosa.

El protagonismo de Argentina en la escena electrónica: «Es uno de los sitios favoritos de los DJs para tocar»

—En una de tus publicaciones de Instagram mostrabas un show que habías hecho con Hernán Cattáneo y mencionabas que el público argentino era «hermano» del público español. ¿Qué opinás de la audiencia local y qué la diferencia de otros países?

—Básicamente es uno de los pocos sitios que quedan a nivel baile y escena. Yo creo que la mayoría de DJs te pueden decir lo mismo: es uno de los sitios favoritos de todos nosotros para tocar en el mundo. Es un público muy pasional con toda la música y es muy entregado, eso lo hace muy especial. Es un país culturalmente y musicalmente muy educado, al menos en nuestra línea de música. Creo que Hernán [Cattáneo] es el responsable del bienestar que hay allí para que cualquiera de nosotros pueda ir y tocar delante de miles de personas. Con él tengo una gran relación de amistad y de respeto.

—Después de tantos años en la industria y de haber venido en distintas oportunidades, ¿cómo sentís que es la recepción del público argentino respecto a la electrónica?

—Yo creo que la electrónica siempre ha sido muy grande allí. Obviamente Argentina es un país muy grande con muchos otros géneros de música que seguro funcionan muy bien, pero lo que creo que el factor diferenciador es lo pasional que es la gente con cualquier cosa que haga allí. Eso ya se ha relacionado con música, con deportes, con fútbol… Es evidente que es un público muy entregado. Entonces cuando van a un show es como que tienen muchas ganas, están muy excitado. No hay un momento como raro, la gente siempre está a más y más, y eso da como alas para poder construir algo interesante y mágico. En 16 años de haciendo esto, tengo un gran recuerdo de las veces que he tocado en Argentina y diría que está en mi top 5 de noches de toda la carrera.

El balance entre la tecnología (trabajo) y la naturaleza (descanso): «Mi misión es hacer música que hace feliz a la gente»

—La propuesta del show en Tucumán se publicitaba a sí misma como una mezcla entre la tecnología y la naturaleza. Uno podría pensar que el antónimo de la tecnología es la naturaleza, pero el festival combinó dos objetos que parecerían alejados entre sí. ¿Cómo ves esta combinación?

—El lugar donde yo vivo en España es en mitad de la nada. No tengo vecinos, estoy en el monte y todo lo que tengo alrededor de mi estudio y en mi casa son árboles, naturaleza, montaña… Eso lo podemos extrapolar el sitio donde estoy ahora mismo, o sea, mi estudio, que es todo tecnología, ordenadores y sintonizadores. Yo creo que eso esas dos cosas pueden convivir bien y de hecho creo que deben convivir bien porque la tecnología es algo que no se puede parar. Gracias a eso estamos donde estamos ahora y podemos estar haciendo una videollamada tú en Argentina y yo en España.

También creo que nunca hay que perder de vista la naturaleza en la música. Al final, se disfruta siempre mucho más en cualquier sitio que esté rodeado de naturaleza. Yo personalmente disfruto más la música en un sitio al aire libre con árboles y con un lago que un club oscuro con muchas luces.

—Quizá esa mirada es atípica para un DJ, ya que justamente uno de los mayores lugares donde tocan son clubes cerrados con luces artificiales…

—Como DJ estamos acostumbrados a un club oscuro y eso está bien, se puede disfrutar, pero a mí si me dan a elegir entre tocar en un club oscuro o en mitad de un bosque, yo te digo que prefiero en mitad de un bosque. La magia de la naturaleza es algo muy importante para mí y es una inspiración muy grande en mi día a día y a la hora de hacer música. Entonces prefiero mil veces tocar en un sitio donde estés en contacto con eso, aunque se salga de lo típico.

Edu Imbernón

—¿Siempre tuviste esta preferencia o es algo que adquiriste con la experiencia?

—Yo ahora tengo 35 años. Arranqué a viajar por todo el mundo tocando música con 19, con lo cual fue un proceso que arranqué muy chico y es una cosa que ha ido evolucionando. Yo soy de Valencia (España), pero me fui a vivir a Berlín (Alemania) y ahí es donde conseguí la catapulta a luego hacer más cosas. Berlín es ciudad gris, oscura, fría… Después de eso volví a un departamento en España. Poco a poco, cuando empecé a viajar todos los fines de semana, me di cuenta de que realmente la naturaleza debía ser más parte de mi vida.

Todo el caos y todo esto que es viajar cada fin de semana por todo el mundo, con su retraso de aviones, un cambio de planes, o sea todo lo que te puedes encontrar, que es la parte mala de todo esto, para luego llegar a donde tú vivas y estar en un departamento cerrado… A mí eso me mataba y duré un año así. Enseguida me fui a vivir a Ibiza (España) a mitad de la montaña y ahí es cuando me di cuenta de salir de eso.

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La vida para mí es como balance. Tienes que tener un poco al menos de cada lado. El caos y la gente los fines de semana, pero entre semana yo necesito salir a dar un paseo por la montaña o salir con la bici a respirar, estar en la naturaleza y estar tranquilo para luego poder afrontar todo lo demás con ganas y entusiasmo en lugar de estar siempre con ruido en la cabeza.

Cada persona es diferente. Yo creo que mi misión un poco en la vida es crear música que tengo dentro y que sé que hace feliz a la gente. El estar siempre en un avión y viajando no me deja ser lo creativo que debería ser. Pasan los años y es fenomenal estar siempre tocando por ahí, pero ese balance de cantidad justa de sitios para viajar para tocar y tiempo óptimo de estar componiendo en el estudio es para mí la clave. Es lo que me da balance en mi vida, si no la balanza está fuera de peso y al final me pasaba mucho que me enfermaba un montón, no podía seguir una rutina de ejercicio y de alimentación, y todo eso pasa su factura. Lo he hecho muchos años y ahora que miro más atrás digo: «Jamás volvería a estar haciendo 120 shows al año».

La creación de la banda Imbermind: «Es el proyecto de mi vida»

—Contame un poco más del proyecto de Imbermind.

—Es como el proyecto de mi vida, es algo que he tenido en mi mente desde hace muchísimo tiempo. Yo siempre he estado muy ligado a la remezcla de bandas y es algo que siempre he querido. Es como el siguiente paso natural para mí, o sea, para lo que realmente me puede emocionar y algo con lo que jubilarme.

Cuando hablo de jubilarme no me refiero a retirarme, me refiero algo con lo que hacerme mayor. Yo no me veo con 60 años tocando, pero sí haciendo un concierto o haciendo una gira de conciertos cada año para un público quizás más adulto o meramente algo más cultural y musical que de fiesta, por decirlo de alguna manera. Sí, la vamos a pasar bien y festejar, pero no es lo mismo que ir a un club o un festival puramente de electrónica o DJs, donde es más fiesta y gente que va a pasárselo bien de fiesta más que escuchar la música.

Entonces, esto es como el proyecto que inicia junto a grandes músicos con conmigo. Es muy emocionante porque sigue siendo electrónica, pero desde luego es algo que me vuelve a poner mariposas en el estómago, me pone nervioso otra vez. Y eso está bien, porque mi motivación para seguir y para crear algo es realmente sorprender a alguien que me lleve siguiendo muchos años y emocionarlo todavía más, así como que alguien que no me conozca se lleve una buena primera impresión.

—¿Cómo fue el pasaje del trabajo solitario de un DJ a estar con un grupo de gente?

—Para mí ha sido increíble la verdad, porque estoy acostumbrado a hacerlo yo todo. El tener tres mentes pensantes conmigo, que son pues grandes músicos y personas con puntos de vista diferentes, hacen que pueda llegar mucho más lejos. Yo soy el que le pone más la idea y el concepto, también la energía, pero aún así es maravilloso trabajar con más gente, sobre todo si pensáis de la misma manera, porque trabajar con gente que piensa diferente sería más un impedimento que unas alas para subir más alto.

Edu Imbernón
(De izq. a der.) Los integrantes de Imbermind, Álvaro Monreal Cantó, Nico Casal, CLEMENTE y Edu Imbernón.

—Retomando la idea del balance de la que me hablabas, es como que el proyecto este es más maduro en comparación de la visión de la electrónica con la juventud y la fiesta. Por lo que me planteas, lo que buscan es tocar en lo que sería un concierto para escuchar música y vivirlo de otra manera.

—He llegado conclusiones propias después de muchos años girando y al final uno creo que tiene que proyectar a medio y a largo plazo. Esta idea me vino un poco más fuerte el año pasado, que tuve un request de remezclar mi banda favorita del mundo que es Depeche Mode. Eso fue lo que me hizo clic en el cerebro, o sea, ver que la banda con la que has crecido desde pequeño te pide un remix es muy, muy loco.

Luego el ir a conocerlos, que me invitaran a un concierto en Alemania, llegar ahí y, joder, ver 60.000 personas llenando un estadio solo para ver a Depeche Mode. No para un festival, un show de Depeche Mode que dura dos horas y ahí, pues gente de 20, 30, 50, 60, 70 años, da igual, había gente todas las edades. Pero lo destacable era la magia de ir, escuchar música, el show y el toque humano. Yo estaba con los ojos así súper abiertos. No fue el primer concierto al que fui ni mucho menos, pero lo vi desde una perspectiva diferente, lo vi como lo proyecté. Dije: «Yo quiero hacerme viejito haciendo esto». Estuve con ellos cinco minutos antes del concierto y los veía muy mayores, pero luego cuando salían en el escenario saltaban y todo, y pensaba: «¿Pero qué locura es esta?».

Edu Imbernón

Esa es la energía que transmite la música como tal, a lo que obviamente se suman los miles de fans que van a verlos que se saben las canciones que de alguna manera han marcado la banda sonora de su vida. Yo creo que ese es un poco el concepto donde me siento cómodo. Quiero marcar la banda sonora de la gente y que cuando tengan un mal día o uno fenomenal se pongan esta canción o cuando se acuerden de aquella vez que estaban con esa novia o novio que tenían también recuerden una canción… Que haya una canción para todo. Yo he crecido con Depeche escuchándolos todos los días, cada canción me lleva a un momento de mi vida y eso es lo mágico con la música: te transporta.

Imbermind es una banda electrónica, pero tranquila y relajada para escuchar; es para agitar por dentro y también es para bailar. El baile es algo que yo creo que es mi seña de identidad, más allá de lo emocional. Si bailas y te emocionas, y encima tienes ese recuerdo y sonríes sin darte cuenta, yo creo que ahí es donde realmente se marca un cambio. Yo siempre lo he dicho y lo he puesto en práctica: la gente no se acuerda de ese tema que bailó, lo que se acuerda es el tema que le rascó por dentro y que le tocó, ya sea porque tenía una voz increíble, una melodía o algo que la hace estar en su cabeza en bucle todo el rato. Ese es el poder de la música y ahí es donde ya realmente yo quiero vivir, en la zona donde te acuerdes de ello.

El impacto de la inteligencia artificial en la industria musical

—Algo que estamos viendo es el uso cada vez mayor de la inteligencia artificial (IA) en la música. La tecnología siempre estuvo de la mano con el trabajo de los DJs, pero como que estas herramientas vinieron y patearon el tablero, si se quiere decir. ¿Qué opinás de la aplicación de la inteligencia artificial en la música?

—Es uno de los grandes motivos por el que tengo el proyecto de la banda. Yo estoy muy familiarizado con la con la IA, la utilizo para un montón de cosas. Creo que es una herramienta increíble, pero al final más que quitarte el trabajo lo que va a pasar de alguna manera es que va a haber tanta cantidad de lo mismo. Cuando hay algo genérico, va a haber tanta facilidad de duplicarlo y multiplicarlo por miles que creo que va a perder un poco el alma y va a haber que diferenciarlo con cosas humanas.

¿Qué hay más humano que tocar un instrumento, un concierto, alguien interactuando? Musicalmente está claro que ya es a muy corto plazo el impacto. Vas a poder hacer música como tus artistas favoritos, meterás tus top 10 y te generará otras veinte canciones que tengan similitudes con las cosas que más te gustan. Pero ese robot no va a poder emocionarte en directo, más allá de que pueda haber pantallas, fuegos artificiales o luces. Ese toque humano no va a estar. Esa es la gran diferencia cuando algo se hace con un ordenador. Es tan sencillo hacerlo, con un robot de guía, dándole un script o un prompt y diez ejemplos, pero se pierde la magia. Creo que se volverán un poco a los puntos de partida originales en alguno de los sentidos, es como que la música va a renacer.

También tengo la impresión de que aquí a poco tiempo tendrá que haber un certificado en Spotify o en plataformas de streaming que ponga «Hecho por un humano«. Tiene que pasar esto en breve porque ya hay muchas multinacionales a nivel sello, discográficos y empresas gordas, que son las que manejan la mayoría de streams en Spotify, que están subiendo mucha música generada por inteligencia artificial porque no tienen que pagarle royalties y derechos a ningún productor ni artista.

¿Qué diferencias notás entre la música creada por IA y aquella creada por humanos?

La música con IA es algo tan genérico, son canciones muy específicas que tienen una voz especial de un artista y un tipo de progresión de acordes típica de ese grupo. Va a llegar un momento en el que la IA a muchos niveles se tendrá que regular y se deberá dejar claro que esto lo ha hecho un robot o esto lo ha hecho una persona.

El problema al final yo creo que viene para todos, incluso para el artista y productor que lleva tiempo haciendo cosas genéricas. Esto es lo que funciona ahora y ahí estás tú y 25.000 productores más intentando hacer todo lo mismo. No estás haciendo música porque es lo que te sale dentro, estás haciendo música porque lo que quieres es vender y te estás fijando en qué es lo que vende.

Desde que existen los charts y las listas de más vendidos o más escuchados hay una legión detrás de gente o de músicos reproductores que están haciendo eso porque quieren la fórmula para llegar a llegar a ese éxito, pero muchas veces la fórmula se trata en ser único y original más que en copias. Para copiar ya estará un robot de inteligencia artificial, que lo hará seguramente muy bien.

Edu Imbernón

—Jugando a hacer futurología, como que al haber tantas cosas iguales, quizá resalte aún más lo original y humano.

—No hay mucha más salida. Cada vez la gente aprecia menos que estés sacando música nueva. Ahora la gente está tan sobrepasada de información constante que muchas veces no dedican ni los cinco minutos que dura una canción. Estás tan ocupado con cosas, pero realmente a la vez no estás tan ocupado. Abres Instagram y tienes cinco mensajes, también te mencionan diez veces, tienes que contestar a todo el mundo y de repente han pasado 20 minutos. Y si estás escuchando música de fondo, no te estás enterando mucho porque tu cabeza está enfocada en otra cosa.

Hoy no creo que nadie se siente o acueste meramente a escuchar música para estar con todos tus sentidos en eso. La gente cada vez hace menos esto, con lo cual lo que acaba pasando es que vas eligiendo música o lo que te gusta es en base a lo que te va llegando porque lo has visto en tu Instagram o ya han salido cinco vídeos de cinco eventos diferentes con la misma canción sonando. Pues igual ahí dices: «Venga, va, voy a prestar atención que si la están poniendo en todos los lados, será por algo». Esa canción de repente ha pasado el corte de tu atención, pero quizás si eres un usuario normal y sigues a 300 artistas, pues al final no le prestas tanta atención a que un artista que sigues ha sacado un disco nuevo. Quizás le prestas atención cuando haya habido un poco más de ruido o ya te ha salido seis o siete veces por lados diferentes.

Al final todo lo reduzco a que cada vez más la gente le dedica menos tiempo a descubrir nuevas cosas y está bien con lo que está. Mucha gente pues tiene su playlist con sus canciones favoritas y eso es lo que va escuchando su día a día y poco a poco a poco va metiendo alguna más, pero no se pone a descubrir tanta música. A la vez también es normal porque hay mucha basura, entonces le dedicas tres horas a descubrir cosas nuevas y a lo mejor sacas una o dos canciones que te han gustado.

—¿Qué es lo que te motiva a seguir creando música en este escenario?

Es el sentimiento de recibir algo de vuelta, el poder estar y ver la sonrisa a la gente. Hay muchas cosas, como que alguien tenga tatuada tu marca o tu cara o que te digan: «En el día de mi boda, mi canción para entrar fue tu remix». Son ese tipo de cosas que te demuestran que has marcado la vida a esa persona de alguna manera, y eso es al final el motor de todo.

Ese es el motor para decir: «Venga, voy a ir a Argentina dos días y me voy a tirar tres días dentro de un avión o en el aeropuerto». Esto seguramente para otro país no lo haría en este momento, pero sé que lo que voy a recibir va a merecer la pena porque va a ser un fin de semana increíble. Voy a estar el domingo a la noche en el aeropuerto de Ezeiza sonriendo. Lo tengo claro, es así: me comeré la típica pizza que me como siempre antes de meterme en el avión, me dormiré, me levantaré en España y sonreiré otra vez porque sé que merece la pena.

Gi

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