domingo, 24 noviembre, 2024
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Economistas, periodistas y presidentes: acusaciones y revelaciones de investigaciones recientes

Cuando Franklin Roosevelt se entrevistó en Washington con John Maynard Keynes, el presidente norteamericano dijo que el inglés le había parecido “más un matemático que un economista político” y que como economista no entendía que “existe un límite práctico sobre lo que el Gobierno puede hacer”.

Keynes no había publicado todavía la Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936), libro que dividiría las aguas intelectuales económicas del siglo XX, pero sí escribía artículos en New Statesman, una revista política de Londres, recomendando al gobierno británico estimular la economía aumentando el gasto público en lugar de sentarse de brazos cruzados esperando que los precios bajasen para así ofrecer una mejora en la competitividad y que el país exportara más, porque esto último solo llevaría a la depresión. Roosevelt adoptó las políticas de Keynes con su plan New Deal para revertir la Gran Depresión del 30 cuando recibió al economista en su despacho, quien por cierto ya era conocido y había trabajado en política además de pasar por Cambridge. Pero se ve que para Roosevelt la manera de comunicar de Keynes no era la mejor para lo que él necesitaba. Tampoco para Winston Churchill, quien dijo: “Si pone dos economistas en una habitación tendrá dos opiniones, a menos que uno de ellos sea Keynes: en ese caso tendrá tres opiniones”.

Dos artículos recientes en publicaciones extranjeras hablan sobre la relación entre economistas, academia, periodismo y el impacto de sus investigaciones en la política y opinión pública. Un ecosistema también siempre en ebullición en la Argentina y que hoy no dista de ser la excepción. El presidente Javier Milei es un economista con una trayectoria reconocida en los medios, además de en las redes.

Uno de estos trabajos se publicó con el título Economics as news, algo así como “La economía como noticia”, en Duke University Press (EE.UU.). El otro es un artículo de este viernes, escrito por la columnista de Financial Times, Soumaya Keynes (sí, el mismo apellido que el economista), con el título: “Cómo los economistas podrían ser más útiles”. Para la editora del FT “existe un gap (brecha) entre la investigación que ofrece la academia y qué necesitan hoy en día los políticos”.

El trabajo de Duke Press consiste en una suerte de historia del periodismo económico en Estados Unidos y acerca de cómo los economistas fueron ingresando en el mundo de los medios y las organizaciones periodísticas ya sea como fuentes, expertos consultados, columnistas o incluso asesores políticos. Una de las tesis principales de Tiago Mata, investigador de UCL- Universidad de Londres y el compilador del trabajo, es que el periodismo como oficio y rol puede aportar a la carrera de economía. “La economía se vuelve relevante por circunstancias que la profesión muchas veces no controla y que son dictadas por la veloz y envolvente ecología de los medios de comunicación”. Dicho así, la economía no es una ciencia rutilante sólo por el poder de sus ideas, por el de las personas que alumbran esos pensamientos o porque tengan razón o sepan escribir. “Cuando un periodista llama a un economista es una llamada de negocios: una necesidad acotada al momento”.

La mutua atracción entre periodistas y economistas data de principios del siglo XX, precisa Mata. Pero fue en la posguerra que la química floreció, no solo de la mano de los medios sino también de la política que supo meter la cola en una suerte de ménage á trois. Están citados los casos de Leo Silk, de The New York Times, y cómo John Fitzgerald Kennedy empezó a hablar públicamente de la conveniencia de una política fiscal expansiva (como Keynes y Roosevelt) o cuando Richard Nixon termina la convertibilidad del dólar-oro. También el de Michael Weinstein, editor de The New York Times y PhD de MIT, quien solía decir que los economistas no eran buenos comunicadores pero tenían un gran acceso a fuentes y materiales del más amplio espectro. “Lo que más le preocupaba a Weinstein -dice Mata-, es que las estrellas académicas habían ido demasiado lejos”.

“La academia premia mucho más la novedad que la utilidad -dice Soumaya Keynes en FT esta semana-, muchas veces habla de solucionar un problema con el instrumento perfecto cuando la política frecuentemente se enfrenta a distorsiones múltiples con herramientas limitadas desde lo legal”.

Precisamente Milei se refiere conceptualmente a este punto que hace Soumaya Keynes cuando responde las críticas de que aún no dolarizó ni quitó el cepo de la economía. “Descubrí que las restricciones son más”, dijo esta semana respecto a lo que pensaba antes de asumir y citando a Juan Carlos De Pablo, dicho sea de paso, para quien el artículo de periodismo perfecto es 50% hecho por un periodista y 50% por un economista.

Roberto Solow, Nobel de Economía, decía que las ideas de los economistas una vez que entran en los medios pierden contexto, “salen de su hogar”. Economics as news sostiene lo que De Pablo subraya: el contexto es clave.

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