Marcos Moneta tiene 24 años y lo apodan el Rayo. Un apodo que destaca su velocidad como jugador, pero que puede esconder un sentido metafórico: dentro de su vida, sucedieron muchas vidas repentinamente. Todo empezó con su encrucijada en la adolescencia: ¿qué deporte elegir? ¿fútbol o rugby? Sus dos pasiones deportivas del pasado y del presente. Pudo ser fútbol, cuando estaba por iniciar en la escuelita de River, equipo del cual es hincha acérrimo. Sin embargo, no fue así. A los 15 años tomó su elección definitiva: jugar al rugby en las inferiores del Club San Andrés.
Recorriendo su vida vertiginosa, nos situamos a los 17 años. Disfrutaba de las mieles de su viaje de egresados, cuando fue citado para formar parte de la concentración previa a los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018. Disciplina que se disputó en el Club San Isidro y donde obtuvo la medalla de oro. Sin embargo, su ascenso meteórico no paró ahí. En el año 2019 jugó en Rosario el Mundial de Rugby 15 con Los Pumitas – finalizando cuarto -, para luego dar comienzo a su rica historia con la mayor del Rugby Seven: medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, y consagrándose, entre la temporada 2023 y 2024, en seis Circuitos Mundiales de Seven, de los doce que se llevaron a cabo. Antecedentes deportivos, que vienen acompañado de un antecedente académico: se recibió de Licenciado en Administración de Empresa en la Universidad de San Andrés. Denominado el mejor del mundo en su rubro, en este diálogo con Página/12 cuenta los motivos del continuo éxito del seleccionado argentino.
–¿Cómo te llevás con la victoria y la derrota?
–Me resulta fácil llevarme bien con la victoria. Lo más complicado es convivir con la derrota. Pero el Seven argentino es un equipo que se lleva muy bien con las dos cosas. Cuando ganamos, que hoy por hoy es bastante seguido, lo festejamos como si fuera la primera vez y no nos creemos nada. De todo el circuito somos los que más festejamos. Y cuando perdemos siempre sacamos cosas nuevas o algún que otro aprendizaje. Yo trato de preguntarme en qué puedo mejorar o en qué puedo ayudar al equipo. No trato de pensar «qué hubiera hecho acá», porque ya está, ya pasó. Trato de pensar de acá en adelante, para que eso no vuelva a pasar. Es entender que el deportista siempre pierde más veces de la que gana.
–¿Qué importancia tiene para el deportista emocionarse como si fuera la primera vez?
–Es muy personal de cada uno. Los All Blacks la temporada pasada fueron los que más Circuitos ganaron y no festejan tanto. Lo entiendo como una manera de ganar, estar concentrados y estar tranquilos. A nosotros nos motiva la pasión argentina. Cada vez que ganamos, estamos gritando por todos lados, porque no es algo normal ganar tan seguido para nosotros. Esta temporada se viene dando por suerte una regularidad. Los argentinos somos pasionales, tenemos una manera particular de disfrutar las cosas y está perfecto. Por eso te digo que es muy personal de cada uno y de cada equipo.
–Volvamos a la idea de la derrota, ¿sirve de resorte para que un equipo no se estanque y pueda seguir creciendo?
–Cuando ganamos los tres Circuitos Mundiales seguidos este 2024 (Ciudad del Cabo, Perth y Vancouver), me decía «che, ¿cuándo vamos a perder?». No es que lo esperaba, pero sabía que en cualquier momento iba a venir. Justo la derrota que tuvimos contra Irlanda en Los Ángeles fue una derrota fácil, porque veníamos ganando tres torneos seguidos. No es que veníamos perdiendo, perdiendo y perdiendo. Ahí sí se vuelve complicada la derrota. Yo creo que nos vino bien, porque nos lleva a foja cero. Además, cuando vos ganas y ganas, no ves cosas, que cuando perdés las ves. Está buenísimo que así sea, porque así se mejoran los equipos.
–Te dan ganas de seguir…
–Claro. Te dan ganas de seguir ganando para el próximo Circuito, más ganas de seguir mejorando y decir: «che, no sos invicto papi, levantante».
–En esta idea de revisión como equipo de la que hablamos, ¿cuánto juega el espíritu de lucha en el Rugby?
–No es muy diferente a otros deportes. El tema es que el rugby puede verse mucho más pasional por cómo se vive dentro de la cancha. Entrar a la cancha tiene esto de entrar a la guerra, porque es un deporte más de contacto y la locura está metida ahí. Los Fowards son un claro ejemplo de esto: están todo el tiempo haciendo «pum», «pum» y «pum». Te matás y dejás todo por tu compañero.
–Tu posición es la de wing, ¿cómo te llevás con la dualidad de entrar al contacto y no entrar al contacto?
–Cuando estoy en defensa trato de mantener el contacto. Lo busco mucho en los rucks y en los puntos de encuentro. Pero en ataque mi mayor virtud es la velocidad. Así que no es que trato de evitar el contacto, sino que busco explotar mi velocidad. A veces tengo que combinar velocidad e ir al contacto, porque no hay espacio. Pero generalmente velocidad y contacto no van de la mano, porque cuando exploto mi mayor virtud, busco ganarle la cuerda a mi rival.
–¿Juega mucho el instinto dentro del Rugby?
–Claro. Y mucho más en el Rugby Seven, donde jugás dos tiempos de siete minutos, no tenés ni tiempo para respirar y todo es dinámico. El deporte funciona por automatización. Entrenás todo el día lo mismo, hacés lo mismos movimientos y llegás a un punto donde tu cuerpo ya lo automatiza. Tenés una cosa menos que pensar. Cuando antes era nuevo, entraba a la cancha y me ponía a pensar. Me decían «vamos a uno» y me preguntaba «qué tengo que hacer». Es espectacular, con lo dinámico que es el Seven, tener una cosa menos que pensar. Comprender esos sistemas de juego.
–¿Cómo se llevan con tan sólo jugar siete minutos de dos tiempos?
–Se me hace largo los partidos cuando tenés que jugar con tanta cancha por recorrer (risas). Cuando jugamos el Circuito Mundial, jugamos una cantidad de partidos en tan pocos días que equivalen a un partido de Rugby 15. Son las reglas de juego. Los que venimos ya hace un tiempo jugando en el Seven, la mayoría de las veces no sentís que te falta tiempo, porque se te hace larguísimo. Por ahí si sos nuevo y venís del Rugby 15, podés pensar «Uh, ¿ya terminó?». O cuando ingresás como suplente y jugás tres minutos, también podés sentir que el partido es corto. Obviamente, esos tres minutos los hacés al taco porque estás fresquísimo.
–Esto de jugar tantos partidos en un periodo corto, ¿cómo se logra una constancia en el tiempo?
–Es una habilidad que adquieren los jugadores de Seven al jugar seis partidos en un día. Encima después volvés a arrancar un nuevo torneo y a jugar seis veces otra vez. Se hace pesado a nivel mental porque tenés que volver a arrancar todo el tiempo. Hay veces que perdés y tenés que dar vuelta la página rápido, porque hay un partido a las tres horas. Lo cual lo podés tomar como una desventaja, pero yo siempre trato de mirar las cosas desde el vaso lleno y decir «tengo revancha en tres horas». Trato de no sobre pensarlo mucho y mirar el lado positivo de jugar tan seguido.
–¿Qué objetivos tienen planificado alcanzar para estar a la altura de las circunstancias?
–Siempre buscamos no relajarnos. El objetivo es pasar la zona de grupo, llegar a los cuartos de final y después tratar de quedar entre los cuatro primeros. El partido contra Irlanda es la segunda vez que perdemos en cuartos de final luego de un año. La temporada pasada, a partir de Hamilton (Nueva Zelanda), pasando por Vancouver, Los Ángeles, Hong Kong, Singapur, Toulouse, Londres, más esta temporada, donde jugamos en Dubái, Ciudad del Cabo, Perth, Vancouver y Los Ángeles, fueron diez torneos pasando a semifinales, salvo Hong Kong 2023 y Los Ángeles 2024. Para nosotros la barrera más difícil de pasar son los cuartos de final. Eso nos hace competitivos: pasar cuartos y jugar semifinales.
–¿Cuáles son los motivos por el cual el Seven argentino equiparó fuerzas con las potencias mundiales?
–Cuando el Seven se incluyó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 se hizo más conocido. Después de Tokio 2021 también. Antes de eso, no era tan conocido y aparecían los reyes del Seven que manejaban el juego: Fiji, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Yo creo que cuando algo se hace más conocido, los equipos empiezan a obtener más estructura, más ganas de competir, más jugadores, mayor conocimiento del juego. Hasta te digo que en cinco años el Seven se va a ir equiparando. En Los Ángeles, España llegó a la semifinal que nunca lo había hecho en su vida, y la final fue Gran Bretaña – Francia, donde Gran Bretaña, en Vancouver, no había pasado zona de grupos. A parte es un partido de catorce minutos y si empezaste mal un tiempo, después en siete minutos no sé si lo das vuelta. Es un juego muy dinámico y entretenido porque de los doce equipos que participan de un torneo, cualquiera le puede ganar a cualquiera.
–¿Cómo es la formación de los jugadores del Rugby Seven argentino?
–Santi (Gómez Cora, entrenador del seleccionado argentino) se fija en la parte rugbística, pero también ve proyectos de chicos de 18 o 17 años y dice: «mirá el físico que tiene este, vamos a laburarlo y sacarlo bueno». Y lo hace a partir de lo que él llama «Factor X». Por ejemplo, a mí me llamó por mi velocidad, a otro lo llama por su saltabilidad y juego aéreo, a otro lo llama porque mide 2 metros, y así. Cada uno tiene su Factor X.
–Cada uno tiene su especialidad…
–Exacto, y lo que hace Santi y el staff es ponerlos a tono, que entiendan cómo se juega y puedan desarrollarse en las demás áreas lo mejor posible. Eso Santi lo hace muy bien porque capta muy buenos jugadores, que tal vez en el Rugby 15 no tienen ninguna chance, y cuando vienen al Rugby Seven, los pone a laburar y a laburar, y los saca muy buenos.
–Tu Factor X es la velocidad, ¿cómo te llevás con la estadística?
–Hago estadísticas de cada torneo que jugué. No tan específicas, pero sí a qué velocidad llegué, cuantos metros corrí en zona 5, que es estar arriba de los 20 km por hora. Y también hago estadísticas en la parte rugbística: cuántas veces usé el pie, cuántas fueron buenas y cuantas fueron malas. Cuántas situaciones de ataque tuve, cuántas fueron buenas y cuántos fueron malas. Cuántas acciones de defensa tuve, cuántas fueron buenas y cuántas fueron malas. Cuántas pelotas recuperadas, cuántas pelotas perdidas. Cuántas salidas, cuántas recepciones, cuántos rebotes. En cada torneo los repaso y digo: «che, en este torneo estuve mejor en esto o estuve flojo en esto, por qué será y en qué tengo que mejorar».
–¿Cuál es tu recurso preferido?
–El uso del pie. Yo de chiquito lo usaba porque jugaba al fútbol. Pero, además, creo que la confianza es todo. Yo creo que me la juego con el pie y me digo: «esta la voy a ganar y voy a hacer try». A veces lo hago, a veces no. El tema es que la confianza te desbloquea el miedo de hacer o no hacer. Y por ahí tener tanta confianza de chiquito, lo fui haciendo, lo fui haciendo y cuantas más veces lo hacés, más mejoras. Si me preguntás cuál es mi manera de hacer un try preferido, es con el pie, olvídate. Porque también soy muy fanático del fútbol y me encanta verlo.
–¿Cómo es la cultura de equipo del Seven argentino?
–Nuestra mayor fortaleza es la cultura de equipo. Está mucho la palabra «dar». Dar siempre por el otro en cualquier momento. Por ejemplo, en el acto de llevar la ropa a lavar. Esa cultura se visualiza en que todos somos mejores amigos, en las sonrisas, en identificar los momentos joda, en el hambre por ser mejores en pos del equipo, y en que, si tenemos un problema, no ocultarlo y decirlo cara a cara, porque si no vas metiendo tierra debajo de la alfombra y luego explota.
–Hablás mucho sobre las sonrisas, los festejos…
–Nuestro enfoque está en la diversión a la hora de entrar a la cancha. Porque es así como mejor podemos jugar.
–Lograron el Bronce en los JJOO de Tokio 2021 y en julio vuelven a participar de otra cita olímpica en París, ¿Qué significa para ustedes ese evento deportivo?
–Lo lindo de un juego olímpico es que representás a una delegación, donde están todos juntos por un mismo objetivo. En la Villa Olímpica nos preguntan cómo nos está yendo, nos alientan cada vez que estamos por jugar o festejamos juntos cuando volvemos. Por ese lado es increíble. Se respira otro aire y recibís mucha más energía. Además, es lo que todos los chicos del rugby quieren: colocarse esta camiseta. Tanto Los Pumas Seven, como Los Pumas 15, Los Pumitas, Las Yaguaretés. Detrás de eso está tu familia, tu club, tu colegio, tus amigos. Saber que además de estar representando a todo el país, estás representando a tu gente, eso lo hace más lindo.
–¿Qué significado tiene el Rugby en tu vida?
–Qué pregunta. En mi opinión, junto con el fútbol, son los mejores deportes. No los puedo separar. Pero socialmente el rugby es el mejor deporte del mundo. Y que sea amateur lo hace mejor todavía. Se puede profesionalizar, pero creo que le va a sacar lo bueno que tiene lo amateur; Que haya cien chicos por club y de que los cien se conozcan entre sí, de que todos los sábados vayas al club, te quedes, comas un asado y veas a la Primera o a la Pre Intermedia, que hagas el tercer tiempo con el otro club a las seis de la tarde con pizzas y birras o que formes parte de las fiestas que se organizan. Se me pone la piel de gallina. Es el mejor programa que podés tener.