Lo que nos sobra es pasado, futuro es lo que nos va faltando. Al final cada uno encuentra su lugar en el mundo. Parafraseando a un Galeano modificado: «nos mean y Scioli dice que llueve». El cinismo empieza a ser creativo. El secretario de Turismo, Ambiente y Deporte se refirió a la posibilidad de que ingresen capitales extranjeros al fútbol argentino. «Es uno de los grandes desafíos que tenemos ¿Por qué limitar a los hinchas y socios a que, de manera optativa, puedan incorporar capital privado», en clara referencia al desarrollo de las Sociedades Anónimas Deportivas.
Hay sujetos con barba por dentro que con solo abrir la boca ya te han amargado el día. Es que en algunos espacios políticos del transfuguismo primero se habla de cargos y luego de ideología. Uno se pregunta si no hay algo de patológico en el enfermizo deseo de arañar un sillón de mando sea como sea, venga de donde venga. Al excandidato a presidente por el Frente de Todos si se lo palmea por la espalda suena como una caja flamenca, hueca, como un lamento, sin hígado y sin corazón. El ministro coincide con su antiguo rival, Mauricio Macri, con Javier Milei, y con esa tribu de monjes soldados embebidos en la fe mesiánica de la religión del mercado que es necesario privatizar el fútbol argentino.
Da igual que los socios, los clubes, los dirigentes, y la AFA ya hayan rechazado el modelo ultraliberal de Sociedades Anónimas Deportivas. Da igual. Embisten como si en el privatizar se les fuera la vida, y el negocio. Esta nueva modernidad sin alma, en donde nada consuela más a los miserables como la prolongación de sus miserias. Esa forma de lealtad alambicada, casi feudal, de un Daniel Scioli entregado al modelo privatizador.
Es preocupante saber que el debate sobre lo que queremos ser esté en manos de quienes no quieren que seamos. No quieren hinchas que reclamen derechos, pertenencia, dominio, identidad. No se pretende modificar la realidad sino fabricarla, y forzar el asentamiento público de esa depuración. La «empresa-club-empresa» ya es el algoritmo futbolístico de la posmodernidad. «En este momento tenemos la poción del Manchester City de comprarse (si, leyó bien, de comprarse) unos de los clubes grandes de Argentina. Haciendo una inversión monumental y sin embargo está todo parado», expresó Scioli.
En ciertas épocas como la nuestra habría que empezar a disfrutar de lo mal que estamos antes de que las cosas empiecen a empeorar. El ministro se reunió con la legisladora nacional Juliana Santillán, quien junto a su pareja Guillermo Tofoni, están a cargo de activar un nuevo proyecto de ley y volver a impulsar la privatización del fútbol argentino.
Lo mejor de las «religiones» neoliberales es que produce herejes. Sabemos muy bien que el poder de algunas ideas poco tiene que ver con la verdad que contengan. Ya no tenemos tiempo de tener tiempo. Alzar la voz contra la privatización del fútbol argentino es un valor de la desobediencia y un compromiso más allá de la rabia que implica acoger la resistencia al abuso, como una invitación a humanizarse, como un paraíso de la voluntad. En el hecho de que todo sea posible nace la belleza de estar vivo.
(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón del Mundo 1979.