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Pasión por las máquinas de escribir

5 de noviembre de 2023 – 02:15

“Mi nombre es Marcelo Zalazar. Soy abogado, tengo 50 años, soy catamarqueño. Soy coleccionista y amante de las antigüedades. Me dedico particularmente a las máquinas de escribir”. Esa es la carta de presentación de Marcelo, quien recibió a Revista Express en su estudio jurídico. En todos los ambientes del inmueble hay antigüedades, reliquias. Marcelo se detiene, nos muestra y explica con pasión.

“Yo soy hijo de abogados y bueno, siempre hubo una máquina de escribir en casa. Desde chico me llamó la atención hasta el punto que en el año 1985 me recibí de dactilógrafo acá en la Academia Claret que funcionaba en la esquina de Ayacucho y República”, rememora.

El abogado recuerda cómo su habilidad en mecanografía se convirtió en una herramienta esencial durante sus años universitarios en Córdoba, permitiéndole prestar atención en clase sin la necesidad de tomar notas. Zalazar grababa las clases y posteriormente las transcribía, un método de estudio que resultó sumamente efectivo. “Me permitía prestar atención sin estar tomando nota y luego lo volvía a escuchar y lo tenía que transcribir por lo cual era mi forma de estudio”, explica mientras exhibe un cuaderno en donde están las transcripciones de las clases de su carrera universitaria en Córdoba.

“Una Olivetti Lettera 32” contestó ante la pregunta de cuál había sido la primera máquina que tuvo en sus manos. “Era una chiquitita portátil que me acompañó desde la secundaria y después por supuesto”. Aunque esta fue su primera máquina en la casa, también mencionó la influencia de la Olivetti Lexicon 80 y otras máquinas argentinas fabricadas en la misma época.

Con el tiempo, su amor por las máquinas de escribir lo llevó a investigar y adquirir piezas únicas que datan de 1800. Zalazar compartió que una de sus adquisiciones más preciadas es una máquina alemana llamada «Mignon» de principios de 1900, con un sistema de escritura único y una sola tecla. Esta máquina representa un verdadero tesoro en su colección.

Zalazar reveló su ambicioso proyecto de establecer un museo de máquinas de escribir en Catamarca, con acceso gratuito al público. Su objetivo es preservar y compartir esta herencia cultural con las generaciones venideras. La reciente exposición en la Feria del Libro de Catamarca marcó el primer paso hacia la realización de este sueño.

El espacio en la Feria del Libro en la que exhibió la colección de máquinas de escribir fue toda una novedad y uno de los puestos más visitados. “Se dio gracias a una invitación que me hicieron desde el Ministerio de Cultura, Turismo y Deporte a través de Celia Sarquís”, comentó.

Marcelo explicó que le sorprendió el interés de los jóvenes con las máquinas de escribir. “Me sorprendió mucho el interés de los chicos y la verdad que (las máquinas) fueron como un nexo generacional porque las personas más grandes recordaban cosas y me contaban anécdotas, mientras que a los chicos cuando uno les explicaba el mecanismo, no los podías sacar. La verdad que fue una experiencia muy linda y enriquecedora”.

La colección de Zalazar supera las 400 máquinas entre las que se destaca la segunda máquina de escribir de la historia, que data del año 1890, y tiene un sistema de escritura no visible, es decir, la persona que escribía no podía ver lo que estaba escribiendo.

Otra es la Bennet, de origen estadounidense, considerada la máquina de escribir más chica, concebida para la mujer que sale al mercado laboral a partir de la dactilografía.

Además de su pasión por las máquinas de escribir, Zalazar colecciona libros y documentos históricos. Mostró con orgullo ejemplares originales del Código Napoleónico y otras obras valiosas. Su dedicación a preservar la historia no se limita a Catamarca; busca dar a conocer y conservar el patrimonio cultural de la región.

Después de años fuera de Catamarca, Zalazar finalmente cumplió su sueño de regresar a la provincia. Se fue a los 15 años a Córdoba y volvió con su familia en el 2018 tras haber trabajando en la provincia mediterránea y también en La Plata.

“Ese tiempo de ausencia de Catamarca a mí me generó una nostalgia, un amor, una necesidad de volver. Venía muy poco y tenía añoranza. Cuando llegué aquí pude cumplir un sueño”, sostuvo.

La entrevista con Marcelo Zalazar refleja su amor por la historia y la colección, así como su deseo de compartir y preservar el rico patrimonio cultural de la provincia. Su pasión por las máquinas de escribir y otros tesoros históricos es una fuente de inspiración y un testimonio de su compromiso con la memoria de su tierra natal.

El mercado

El abogado le comentó a RE que existe un mercado de coleccionistas por lo que se contacta con personas del país y de otras latitudes.

“El círculo de coleccionistas de máquinas de escribir es muy reducido en Argentina”, aclaró. “Pero nuestro país tiene la ventaja de que por algunas razones es un mercado muy fuerte. Yo creo que puede ser por todo este proceso de inmigración, que hubo gente de lugares del mundo que trajeron máquinas”.

El Cadolito

Su amor por su tierra y su deseo de preservar su historia lo han llevado a colaborar en la creación de un proyecto que busca traer de regreso el «Cadolito» al corazón de Catamarca. La intención de Zalazar junto a un amigo es repatriarlo, ya que actualmente se encuentra en Buenos Aires para luego restaurarlo y exponerlo para que las generaciones futuras puedan apreciarlo.

Texto: Pablo Vera

Fotos: Ariel Pacheco y gentileza Marcelo Zalazar

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