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La «Ley Jalil»

3 de noviembre de 2023 – 00:40

Con la limitación de las reelecciones vía reglamentación de los artículos pertinentes de la Constitución provincial, Raúl Jalil elimina el principal elemento de conflicto interno que tenía el peronismo: la incertidumbre sobre sus intenciones de continuar como gobernador más allá del segundo mandato que iniciará en diciembre.

Al margen del carácter inédito y ciertamente raro de que un gobernador que acaba de revalidarse con más del 54% de los votos se autoexcluya de la continuidad, la decisión implica la consolidación de la alianza que Jalil tiene con el intendente capitalino Gustavo Saadi, quien emerge como el candidato más sólido para sucederlo en 2027.

Falta mucho, podrían ocurrir muchas cosas que obstaculicen la sucesión diseñada, pero es por eso mismo que el proyecto de ley, que ingresó ayer para su tratamiento en la Cámara de Diputados, resulta más destacable.

Jalil se pone en igualdad de condiciones con Saadi, que no tiene, por imperio de la Carta Orgánica de la Capital, posibilidades de acceder a un tercer mandato. De este modo, despoja a las gestiones provincial y municipal de eventuales tensiones devenidas de los naturales recelos que provocaba el hecho de que el gobernador aprovechara la reelección indefinida que hasta ahora permite la Constitución para tratar de perpetuarse y dejara sin más alternativas que disputar una interna a Saadi. Lo más lógico, a partir de que los mandatos consecutivos permitidos se reduzcan a solo dos, sería que ambos trabajen para robustecerse mutuamente rumbo a 2027.

Lucía Corpacci también desistió en 2019 de ir por un tercer mandato. La diferencia es que, mientras ella esperó hasta último momento para bajarse, Jalil lo hace con cuatro años de anticipación y desde el minuto cero de una reelección obtenida con cifras aplastantes, ante una oposición que quedó diezmada: el gobernador anunció que esta sería su última campaña como candidato provincial en los festejos por el triunfo. Apenas dos horas después anticipó la institucionalización de la promesa con la ley reglamentaria de la Constitución, al tiempo que reactivaba las tratativas de la reforma que enredó en las cuartas a un radicalismo en crisis por la hecatombe de la derrota.

Una vez más, falta mucho, demasiado, pero las conjeturas y el análisis de escenarios hipotéticos son el forraje de todo proyecto político.

En 2027 se eligen senadores nacionales, de manera que el peronismo podría ir, como en 2019, con sus principales figuras traccionando en el voto. Incluso el cupo femenino estaría resuelto, pues Jalil y Corpacci podrían compartir la boleta de senadores nacionales en una fórmula. Las combinaciones son infinitas en las enfebrecidas cabezas de los aficionados a las especulaciones de largo plazo, que en Catamarca son legión.

El hecho es que la “ley Jalil” contribuye objetivamente a la consistencia del peronismo, al proporcionarle un horizonte común promisorio.

Esto se hace mucho más evidente en contraste con la escena opositora.

Los catastróficos resultados de octubre barrieron con las expectativas de quienes parecían mejor posicionados en Juntos por el Cambio y no emergen figuras de relevo significativas en el corto plazo. Los protagonistas de este turno electoral fueron los mariscales de una derrota sin precedentes, responsables de haber relegado a la UCR al tercer puesto.

En las filas libertarias, beneficiarias de la implosión de Juntos, ya empiezan a aparecer divergencias por el manejo de los fondos de campaña y el afianzamiento del sector depende en gran medida de lo que pase con Javier Milei y su tutor Mauricio Macri en el balotaje.

La desaparición de un destino que el disperso universo opositor pueda considerar razonable para mancomunar esfuerzos es un dato central del último comicio, que dejó un sistema sin contrapesos de poder por defección de quienes tenían la responsabilidad de construirlo.

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