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Madura la crisis opositora

2 de noviembre de 2023 – 01:15

La filtración de acercamientos informales entre oficialistas y opositores para avanzar en acuerdos para la reforma de la Constitución y otros asuntos institucionales de peso, detonó de la peor forma un debate que a los dirigentes del radicalismo les resulta indispensable si pretenden comenzar a desandar la decadencia partidaria que se materializó en los pésimos resultados que obtuvieron en las últimas elecciones.

La revisión comienza contaminada por las sospechas de que están en la mesa de negociaciones por la reforma puestos en la CAMYEN, CAPRESCA y el fideicomiso minero para dirigentes opositores.

La polémica escaló en intensidad tras la denuncia del diputado José “Chichí” Sosa, en la sesión de ayer, de acuerdos “entre gallos y medianoche”. El legislador no fue específico en el recinto, pero su intervención obedeció a que había trascendido una reunión que se realizó en la casa del presidente de la UCR y también diputado Alfredo Marchioli.

Por parte del oficialismo estuvieron el vicegobernador Rubén Dusso, el ministro de Gobierno, Juan Cruz Miranda, el asesor general de Gobierno Nicolás Rosales Matienzo, la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Guerrero, y el diputado Gustavo Aguirre.

El elenco opositor estuvo compuesto por el anfitrión y los diputados Luis Lobo Vergara, Luis Fadel, Alejandro Páez, Juana Fernández y Alicia Páez.

Marchioli y Fadel son presidente y vicepresidente de la UCR; Lobo Vergara y Fernández, presidente y vice del bloque.

Once contertulios implica que la discreción era poco menos que imposible.

Tampoco parece probable que la necesidad de la reforma constitucional, que requiere de mayoría calificada de dos tercios en Diputados y el Senado, pueda sancionarse antes de que se produzca el recambio legislativo el 10 de diciembre, cuando entrarán a tallar en la Cámara baja los libertarios con un bloque de cinco miembros. Salvo, por supuesto, que el Gobierno y sus eventuales socios opositores estén dispuestos a pagar el altísimo costo de un arrebato institucional. Sería una situación similar a la que estigmatizó la reforma de 1988.

Hay un problema político de fondo: el desplome de la UCR como principal referencia opositora ha mellado la legitimidad a sus principales figuras, lo que las invalida por el momento para entrar en tratativas con el Gobierno en representación del conjunto.

Esta degradación quedó totalmente expuesta en las elecciones, donde Juntos por el Cambio fue desplazado al tercer puesto por la oferta libertaria. O al cuarto, si se considera que el voto en blanco volvió a ser la segunda fuerza.

El catastrófico desempeño electoral, sin embargo, fue la última estribación de una crisis que había comenzado a mostrar sus primeras aristas en las internas de renovación de autoridades partidarias en las que Marchioli, aliado al castillismo residual, ganó la presidencia boinablanca. Apenas 10 mil afiliados participaron de la contienda.

Luego, la UCR perdió su histórico rol de eje vertebrador de la oferta opositora, retrocediendo en beneficio de sus socios del PRO y la Coalición Cívica.

Podría interpretarse que la victoria del eje radical Flavio Fama-Francisco Monti sobre el encabezado por el “lilito” Rubén Manzi en las PASO del 13 de agosto había comenzado a revertir esta situación, pero la desastrosa derrota de Juntos en las mismas PASO y luego en las generales hermanó a todos los radicales en la hecatombe.

Vencidos por Marchioli en las internas, Fama y Monti consiguieron apoderarse de las candidaturas para las generales jugando bajo el paraguas de Patricia Bullrich, pero el triunfo solo les sirvió para convertirse en los mariscales de la peor derrota experimentada por el radicalismo catamarqueño en toda su historia.

El incidente desnuda un paradójico resultado del proceso electoral: la descomunal paliza que el Gobierno le ha propinado a sus antagonistas lo ha dejado sin interlocutores significativos.

El sistema institucional quedó desequilibrado por defección opositora.

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