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Dádivas obscenas

21 de septiembre de 2023 – 01:15

La suba del piso imponible para Ganancias y la devolución del IVA, si bien contribuyen a aliviar la situación de millones de argentino agobiados por la inflación desbocada, se inscriben en una campaña del ministro de Economía Sergio Massa signada por el abandono de cualquier inhibición para el uso de dádivas con fines proselitistas.

Aprovechando su cargo, financia su carrera hacia la Presidencia con recursos del Estado de modo obsceno, apelando al mecanismo más primitivo de seducción electoral.

El desenfreno en la repartija de bolsones alimentarios, indumentaria, materiales de construcción y cuanto elemento sea posible utilizar para tratar de comprar voluntades, característico de las provincias más feudales y atrasadas, adquiere con Massa escala nacional. Es un síntoma de las dificultades que tiene para mejorar la competitividad de su candidatura, pero también de la falta de imaginación para escapar de la lógica clientelar.

Las medidas que ha adoptado y continuará adoptando, implican profundizar el desequilibrio entre los ingresos y los gastos del aparato estatal, de modo que retroalimentan el déficit público y mantienen activos los engranajes que disparan la inflación, que no solo no amainó durante su gestión al frente de Economía sino que incrementó su ritmo. La emisión continuará desplomando el valor del peso.

Como las disposiciones no están encuadradas en ningún programa coherente y obedecen a criterios puramente electoralistas, agravan la hipoteca que deberá afrontar la próxima gestión presidencial, incluso si le toca llevarla adelante a él mismo.

Es decir: Massa se desentiende de sus obligaciones como principal responsable de la economía del país para sostener sus expectativas electorales con anuncios espectaculares y cortoplacistas.

Su argumento principal para que la sociedad le habilite el acceso a la Presidencia es que los argentinos deben reconocerle que se haya hecho cargo del desastre económico de su propio Gobierno, que atribuye a una conjunción entre la herencia recibida de Mauricio Macri, la ineficacia del exministro Martín Guzmán y las exigencias del Fondo Monetario Internacional, organismo que, paradójicamente, en una conducta contradictoria con la malevolencia que le asigna, le viene tolerando los dispendios.

Aparte de subestimar al electorado, al que consideran tan mercenario como estúpido, quienes exacerban la dádiva se ceban en la pobreza y necesidades de la gente provocadas por ellos mismos.

Los resultados de las PASO revelaron que las organizaciones sociales que responden al oficialismo, en las que el Estado delegó la administración de la asistencia social, fueron desbordadas por Javier Milei. El desempeño electoral del libertario en los sectores más postergados fue uno de los datos llamativos del proceso.

Tal vez ese retroceso de las estructuras que tradicionalmente sirvieron para mantener los márgenes medianamente controlados y disciplinarlos electoralmente explique que Massa lleve la estrategia de las dádivas a los sectores medios. Si tiene éxito en tal cometido, está por verse, pero es obvio que ha decidido ignorar las consecuencias que tendrán sus medidas y echar todo el lastre en pos de su sueño presidencial.

Queda todavía un mes para la primera vuelta y el índice inflacionario de septiembre en el medio. Embalado en la lógica clientelar, mimetizado con lo más anacrónico del feudalismo, Massa está dispuesto a meter hasta la raspa de la olla en su campaña. Surrealista: hasta anunció sorteos de electrodomésticos y autos con los comerciantes y clientes que participen de la devolución del IVA.

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