Cuando resta poco más de un mes para las elecciones generales del 22 de octubre, toda acción política es medida de manera milimétrica, tanto en el oficialismo como en la oposición. Y si bien el foco está puesto en la disputa presidencial, todavía quedan contiendas provinciales por resolverse. Incluso varias de ellas tendrán su resultado antes de la puja nacional, como fue el caso de Santa Fe el domingo pasado, con aplastante victoria de Juntos por el Cambio.
Este domingo será el turno de Chaco, donde el peronismo arriesga uno de sus bastiones. Allí, el gobernador Jorge Capitanich va por la reelección en medio de un clima social tenso por la desaparición de Cecilia Strzyzowski y las ramificaciones políticas del caso. El impacto fue claro en las PASO provinciales del 18 de junio, donde el PJ perdió a manos de la alianza opositora, que logró el 42,66% de los votos, frente a los poco más de 36% del Frente Chaqueño peronista.
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Es cierto que JxC dirimió una interna en las PASO y habrá que ver si retiene la totalidad de los votos cosechados en las primarias, pero el contexto económico, político y social no favorece al gobernador. El otro dato que complica todavía más las aspiraciones de Capitanich es que en las últimas horas, el líder libertario y candidato a presidente más votado, Javier Milei, aclaró que no apoya a ninguno de los candidatos que competirán el próximo domingo en las elecciones provinciales y municipales.
Así, se abre un escenario en el que el voto opositor se podría condensar en JxC. La derrota en Chaco sería un golpe duro para el gobierno, que además tenía a Capitanich como una de las figuras fuertes dentro de Unión por la Patria. En algún momento fue sondeado como presidenciable, incluso. Hoy, el panorama hacia adentro y hacia afuera es bien distinto.
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En caso de perder en la provincia del norte, sería la segunda derrota consecutiva tras las PASO, luego de la dura caída en Santa Fe. Pero hay más: el próximo 24 de septiembre hay elecciones en Mendoza y todo indica que Alfredo Cornejo (UCR) será el próximo gobernador. Sería el tercer traspié sobre tres contiendas antes de las generales.
El oficialismo ya sufrió la misma cantidad de derrotas seguidas antes de las primarias, luego del histórico revés en San Juan, la caída en las PASO santafesinas y el batacazo en Chubut, donde Nacho Torres (PRO) le ganó al peronismo unido, en tierras donde gobierna uno de los pocos massistas, Mariano Arcioni.
La elección de este domingo en Chaco se enmarca en la necesidad del peronismo de recuperar los votos perdidos el 12 de agosto, donde quedó terceros. Las provincias del norte son las apuntadas para mejorar la performance electoral. Más allá de las medidas tomadas por Massa en los últimos días, necesitan un espaldarazo en las urnas que refleje que lo hecho hasta acá tuvo un impacto positivo.
El año electoral le ha traído más de un dolor de cabeza al gobierno nacional, con derrotas históricas. Una de las más resonantes, además de las ya mencionadas, fue sin dudas el batacazo del petrolero Claudio Vidal en Santa Cruz, que con una alianza con el PRO y otros espacios provinciales logró destronar al kirchnerismo en su propio territorio, luego de más de tres décadas (cuatro si se cuenta al PJ en general).
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Pero hubo más reveses en las urnas: en San Luis, el candidato del gobernador Alberto Rodríguez Saá fue derrotado por el de Juntos por el Cambio, que curiosamente tuvo el apoyo de su hermano, Adolfo. Allí, el peronismo perdió otro de sus históricos bastiones, en un año en el que salvo contadas provincias, el electorado les dio la espalda. Y todavía ponen en juego la provincia de Buenos Aires en octubre.
Un nuevo triplete de derrotas dejaría al Gobierno en una situación complicada desde lo político y con una inflación que socava la alicaída economía mes a mes. Complejo panorama para defender la gestión e intentar la reelección frente un Javier Milei en ascenso.