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El desafío de la transición energética

1 de septiembre de 2023 – 01:15

La transición energética es una necesidad no solamente por razones vinculadas a la sustentabilidad ambiental del planeta, sino también por otras de índole económicas. El proceso demanda una inversión multimillonaria, pero luego se amortiza, sobre todo a partir de que el país logra la tan ansiada soberanía energética.

En la Argentina, los avances en la materia se incrementaron a partir de la segunda mitad de la década pasada y bajaron el ritmo en los primeros de la actual. Pero recién este año –concretamente en junio- se presentó oficialmente un Plan de Transición Energética. En el trabajo se especifica que es necesaria una inversión hasta 2030 de 86 mil millones de dólares para que las energías renovables –especialmente la solar y la eólica- abastezcan al 57% de la energía eléctrica, para lo cual se deberán construir 5.000 kilómetros de nuevas líneas de transmisión, reducir en un 8 por ciento la demanda total de energía y generar un gigavatio (GW) de energía distribuida.

El objetivo a largo plazo es muy ambicioso: que en el año 2050 las energías renovables, entre las que se cuenta también la hidroeléctrica y el denominado hidrógeno verde, representen por lo menos el 80% de la generación de electricidad en la Argentina.

El horizonte más cercano, de menos de seis años, se fijó en consonancia con los compromisos climáticos globales asumidos por Argentina. En el Acuerdo de París, firmado en 2015 y con vigencia desde 2016, el país se comprometió a limitar sus emisiones netas en 2030 a 349 millones de toneladas equivalentes de CO2.

De cumplirse las metas, el cambio será notable. Actualmente el 60% de la generación de electricidad en el país proviene de combustibles fósiles, porcentaje que se reduciría a casi la mitad en 2030. Pero el principal escollo para el cumplimiento es el acceso a financiamiento con créditos internacionales a tasas accesibles. La otra opción son las inversiones extranjeras directas, pero tampoco abundan en el actual contexto de crisis económica.

Una alternativa contemplada por expertos para sortear este obstáculo es obtener los recursos a partir del aumento de las exportaciones de gas que se obtendrían por el incremento de la producción del yacimiento de Vaca Muerta.

Además de la instalación de parques eólicos y solares a gran escala, el plan también contempla la construcción de sistemas locales y a pequeña escala que pueden generar energía eléctrica a partir de fuentes cercanas a donde se va a utilizar esa energía. En esta escala aparecen establecimientos industriales, comerciales y hasta viviendas particulares como potenciales productores.

Si el futuro es de las energías renovables, el desafío para los gobiernos que vienen en los próximos años es incrementar el ritmo de la transición, para lo cual deberán generar las condiciones necesarias para acceder a financiamiento o para recibir inversiones privadas que hagan posible la soberanía energética.

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