Norberto Schätz encabeza la segunda generación de Schätz Artesanos, una fábrica de artículos de grifería de lujo que comenzó en el barrio de Saavedra y hoy está emplazada en Villa Ballester. A punto de cumplir 70 años, exporta sus productos a cuatro países y está estableciendo una filial en Estados Unidos.
Se trata de una especie de secreto mejor guardado dentro del universo de arquitectos y decoradores, desde hace décadas: los diseños a medida de Schätz se pueden encontrar cascos de estancia, templos religiosos y más recientemente en los barrios privados.
Norberto es hijo de Rodolfo Schätz, quien en 1955 fundó la firma junto a su hermano José. Rodolfo, ya octogenario, sigue acompañando pero retirado de la actividad cotidiana. El hijo de Norberto, Franco Schätz, está arañando los 30 años y es quien hoy se encarga de abrir nuevos mercados en el exterior.
En su fábrica, Schätz tiene un reducido equipo de 10 orfebres, que combinan técnicas artesanales con tecnologías modernas, como la micro fusión. Su centro neurálgico está en Barrio Norte, en un local sobre la calle Arenales, a metros de la 9 de Julio. Hoy la empresa factura alrededor de siete millones de pesos por mes.
A lo largo de su historia, sobre todo durante el auge de los años ’70, Schätz llegó a tener 100 personas. Con las sucesivas crisis, en particular las de finales de los años ’80 y la de 2001, la firma se reacomodó a su formato actual de 18 empleados.
«Las crisis argentinas golpearon nuestra empresa, como a tantas otras. A lo largo de los años, hemos visto distintos momentos en los que tuvimos que achicar nuestro plantel. Lo hicimos siempre re ubicando a nuestros artesanos, ayudándolos a generar su propio emprendimiento, pasándoles clientes nuestros para que trabajen en forma autónoma, haciendo algunas jubilaciones anticipadas también», aseguró Schätz.
«Hoy tenemos parte de ese equipo que hace años y años trabaja para nosotros. La empresa nunca dejó de ser un negocio viable, pero sin dudas, en los últimos años logramos un cambio apuntando a clientes en el exterior, potenciando el contacto con los grandes estudios de arquitectura y usando las nuevas tecnologías».
Los inicios en Saavedra
A comienzos de los años ’50 José Schätz, tío de Norberto, fue quien se inició en la actividad como comerciante: era vendedor en una empresa de herrajes importados, sobre Avenida del Tejar, especializada en productos para viviendas, oficinas y comercios. Esa empresa cerró, y Schätz tomó la iniciativa de comercializar herrajes de fabricación nacional. Y también de sumar a su hermano Rodolfo, ocho años menor. Era 1955 y bautizaron al emprendimiento con su apellido, que en alemán significa tesoro.
En el fondo de la casa de la madre de ambos empezaron con la fabricación, con un pequeño torno, y algunas máquinas más. No muchos años después tenían su propia fundición en un terreno que pudieron comprar al lado. Y así fueron creciendo. Fabricaban manijas, manijones y pomos para puertas.
La cartera de clientes se fue armando en base a los productos que ofrecían y también a los servicios que iban incorporados. En una época en que la palabra post venta no existía, desde Schätz ofrecían consultoría, instalación y mantenimiento.
“En ese entonces, ya sucedía que los arquitectos solicitaban modificaciones personalizadas o incluso herrajes diseñados a pedido. Fue en esa época que José y mi padre Rodolfo pusieron un torno paralelo, entre otras maquinarias más en el fondo de la casa de mi abuela y así realizaban las modificaciones y creaciones pertinentes. No poseían experiencia como fabricantes de herrajes, si bien conocían el rubro desde lo comercial” cuenta hoy Norberto. A medida que avanzaban en su experiencia como fabricantes, comenzaron a diseñar su propia línea de productos.
“En los años 60, se incorporó la fabricación y comercialización de griferías, en adición al trabajo de los herrajes. José y Rodolfo trabajaban ya como socios: mi tío se dedicaba a las ventas y mi padre se encargó de la fabricación”.
El recorrido de Schätz en aquellos años fue el de tantas pequeñas empresas que pasaban a ser medianas con el crecimiento de las ventas y la incorporación de más empleados. Pero a diferencia de muchas otras fábricas que a fines de los años ’70 debieron bajar las persianas de sus fábricas y se reconvirtieron como distribuidores de productos importados, los hermanos Schätz continuaron como fabricantes.
«Por fortuna, la época de la plata dulce de los ’70 no nos afectó en absoluto, ya que los productos que entraban al país no competían de manera directa ni alternativa con los ofrecidos por Schätz. Gracias a esto, fue que se pudo tener un crecimiento muy oportuno en que se llegó a tener hasta 100 empleados en fábrica hasta que, por la crisis económica de mediados de los años 80, generó un decrecimiento importante», agregó Norberto. Aquella época fue además cuando él se sumó a la empresa.
Recambio generacional
Muy joven, Norberto Schätz vio a mitad de los ‘80 y principios de los ‘90, cómo la fábrica de su padre y su tío pasó a achicarse. Además de las crisis externas, en aquellos años la empresa sufrió su primer gran golpe con el fallecimiento de José Schätz, el hermano mayor que había comenzado el negocio.
La empresa se había caracterizado hasta entonces por su especialización de herrajes y griferías a medida. Norberto le añadió la impronta de exclusividad: buscó un mercado ABC1, se especializó y así comenzó a marcar una nueva diferencia con la competencia.
Hoy, Schätz Artesanos genera artículos que no existen en otro lugar del país ni de la región. Han hecho trabajos para la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días emplazada en Ciudad Evita, sobre la autopista Ricchieri, en cascos de estancia del Gran Buenos Aires, edificios de Puerto Madero, barrios privados y la mayoría de los hoteles boutique de Capital. Exportan a Chile, Perú, Brasil y México, y están preparando su llegada a Estados Unidos.
Trabajan con un catálogo de 5.000 productos diferentes, según agrega Norberto, hacen todo a medida. El método consiste en elegir productos del catálogo y a partir de esa idea, diseñar lo que busca el cliente.
Y agrega que en el centro de la historia siempre está pensar en alguien que está diseñando un espacio que quiere habitar o visitar. “Siempre hay un cliente particular que quiere algo para su propia casa, mismo un arquitecto o un interiorista, y es ahí donde nosotros intentamos entrar viendo qué puede hacerse y cómo, entendiendo a los herrajes como la imagen y saludo con que son recibidos los invitados”.
Los artesanos y orfebres de Schätz utilizan distintas técnicas de fundición (forjado en caliente, micro fusión y shell molding, entre otras), cincelado, pulido y acabado manual, combinando así el uso de tecnología especializada con el seguimiento e intervención profesionales.
La metodología de trabajo es tradicional: los artesanos bocetan las piezas a mano alzada y los orfebres las fabrican a medida según el pedido de los clientes. El tiempo dedicado a la confección de cada pieza es parte del secreto. Shätz lo define como el trabajo en pequeñas obras de arte.
La facturación varía, tanto por las obras en marcha como por la inflación. «La empresa factura un promedio mensual de 7 millones de pesos, siempre pensando que hay momentos en los que salen obras grandes, como la Iglesia de los Mormones, y hay otros en los que la venta baja mucho». Cuenta que están terminando una obra muy grande en Chile en este momento y que hicieron otra gigante para un desarrollo en Puebla, México.
Schatz tiene muchas piezas que son de estilo francés pero también otras que son completamente modernas.
“El desarrollo de modelos hoy es a través de programas de diseño tridimensional por computadora y eso abre un abanico de posibilidades. Nos permite utilizar máquinas que funcionan por control numérico computarizado y también una complejidad de formas y pruebas de prototipos que se pueden hacer antes de comenzar la producción”, agrega Schätz, quien es orfebre al viejo estilo, como su padre y su tío, pero debió aggiornarse con las nuevas metodologías.
La tercera generación
Franco Schätz es hijo único de Norberto y encaró su aporte desde el lado de las redes sociales, en la reubicación de la sede de la firma en su local de Barrio Norte y en la apertura de la marca en Estados Unidos. Cuenta que con la marca ya establecida en el segmento más alto del mercado, están buscando generar más pedidos.
“Hay una parte de la familia Schätz que en este momento está viviendo en Estados Unidos y el objetivo es armar allí una base desde la cual trabajar y tener más alcance internacional”, explicó Franco.
Su padre agrega: «Hoy en día, a diferencia de los años 70, tenemos competencia en el mercado exterior con otros exportadores internacionales, que es lo que llevó a Schätz a querer seguir destacando la calidad de siempre y abocarse vender en mercados que valoren esta dedicación. Dentro de la Argentina sólo hay un fabricante que se dedica a herrajes con una línea de productos más bien básica y acotada, pero por otro lado, no poseen oferta de griferías».
Radiografía Schätz Artesanos
Año de Fundación: 1955 Sede: Barrio Norte y Villa Ballester Cantidad de empleados: 18 Facturación: $7 millones mensuales Exportaciones: Chile, Brasil, Perú y México. Producción: herrajes y grifería para el segmento ABC1.